lunes, octubre 09, 2006

Weapons of mass disinflation: The Economist

Con respecto a la última publicación en este blog titulada “Política Monetaria Banco de la República", comparto un fragmento del estudio por The Economist en su “Survey of the World Economy” edición de Septiembre 16 al 22 de 2006:

“In a way, the debate about whether globalisation has reduced inflation misses the point. The real question is whether the opening up of the emerging economies has allowed central banks in rich countries to hold interes rates much lower while still meeting their inflation goals. This survey argues that it has, raising two questions. First, have low interes rates had undesirable side-effects? And second, what will happen when the cost of borrowing eventually returns to normal levels?”


Estas preguntas resultan debido a las bajas tasas de inflación que la mayoría de los países del mundo han mostrado en los últimos años. Según la publicación citada, los resultados de las mejores políticas monetarias y la baja en precios de bienes importados de países en desarrollo han facilitado el trabajo de los bancos centrales de los países más ricos.

Los monetaristas argumentan que la inflación en el largo plazo es determinada por la política monetaria de los bancos centrales. La globalización puede afectar solamente los precios relativos. Por consiguiente, si China esta empujando hacia arriba el precio de los “commodities” a nivel mundial (por su excesiva demanda), al mismo tiempo esta ayudando a bajar los precios de los productos intensivos en mano de obra. Esto lleva a que los bancos centrales que le apuntan a tasas de inflación específicas puedan lograrlas en el largo plazo, pues la caída en precios de productos duraderos contrarresta el incremento en los precios de los “commodities”.

Este fenómeno, de acuerdo con The Economist, se ve claramente en los Estados Unidos, donde el precio promedio de los productos baratos importados de Asia ha caído en un 25% desde 1990.

El artículo presenta algunos de los argumentos en contra de la teoría que amarra la caída en tasas de inflación con la globalización, entre ellos el publicado por el FMI en Abril de 2006 titulado “World Economic Outlook”. Este estudio afirma que la baja real en los precios de las importaciones como resultado de la globalización ha tenido un efecto secundario en las tasas de inflación, ignorando los efectos indirectos que resultan de una mayor competencia local como resultado de productos importados a menores precios.

Los productos baratos chinos no solamente reducen el precio de las importaciones, sino que además crean presiones hacia abajo en los precios de los bienes producidos localmente que compiten directamente con ellos. Adicionalmente, los bajos salarios pagados en las economías emergentes afectan los precios de productos no importados debido a que el costo de oportunidad de contratar mano de obra local frente a la ofrecida en los países en crecimiento aumenta.

El informe aclara que estos hechos no significan precisamente que la inflación ha sido derrotada. Por el contrario, la tasa de inflación en Estados Unidos durante lo corrido de este año es casi del 4% lo cual ha prendido muchas alarmas en los mercados internacionales.

Algunos reportes justifican los incrementos en la tasa de inflación en algunos países desarrollados como el resultado de una caída en la oferta de trabajo barato en China donde algunas ciudades han aumentado el salario mínimo en más de un 20% este año. También hay escasez en la oferta de mano de obra calificada de menor costo debido a sus altos índices de productividad.

Según el artículo de Arthur Kroeber en “Dragonomics”, citado por el estudio, existe el riesgo que las presiones inflacionarias locales de la China se exporten. Esto se ve en el leve incremento en precios de los productos chinos durante el 2004-2005.

En conclusión, enfocarse solamente en los precios de los productos chinos no es suficiente para comprender las implicaciones globales sobre la inflación. La economía del país asiático continúa recibiendo grandes cantidades de inversión y aún goza de sobrecapacidad productiva. Estiman que tardaría unos veinte años en que su superávit de trabajadores rurales sea absorbido totalmente por la industria.



 

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